Porque
puede que la eternidad corroa el tiempo pero la magia nunca podrá
desvanecerse entre los hilos de la distancia,
porque para amar, la
eternidad se cae en si misma.
Y la noche es el cómplice
perfecto donde
la danza de euforia y deseo convergen en eso que nos hace
tan sublimes,
tan únicos y tan condenados a esa sed de
tropezar en el gozo de vivir.
Por eso a ti mi dulce artífice de enseñanzas te digo que aunque
puedan correr mil siglos, la memoria de mi corazón inmortal
recordará la sinfonía de tu cuerpo conjugándose con cada latido,
con cada suspiro y cada sonrisa plasmada en el elixir del hoy.
Qué dulce, apasionante y hasta oscuro. Esas palabras me llegaron : )
ResponderBorrarGerardo muchas gracias por comentar y leerme. :D
BorrarEspero poder cautivar más sentidos a través de mis palabras
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