Primavera del dos mil






Si las palabras no estallasen
como puñales en la mente
y los labios no pronunciaran
este clamante sentimiento
las miradas y los impulsos
prisioneros bajo las paredes
del control desatarían
el crimen de volver a quererte
y no olvidarte.

Porque ante el resplandor del sol
prefiero entender que tus labios
mintieron y tus manos no tocaron
frase alguna donde me amaste
en las noche de aquella primavera del dos mil.

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